2 de mayo de 2007

Hijos de Blade Runner

Leo en la prensa que Ridley Scott vuelve, con motivo del veinticinco aniversario de la película, a rodar ciertas escenas y una nueva versión extendida de la obra que marcó un hito en la ciencia ficción del momento. Me alegro, por mí sobre todo, porque soy un gran admirador de esa obra el la que el futuro no es blanco, aséptico y minimalista, sino lluvioso, oscuro y mezclado.
Es curioso. Cuando yo era pequeño y pensaba en el futuro imaginaba ese futuro blanco nuclear y enseguida esa imagen entraba en conflicto con la casa de mis padres. No podía imaginar que el mundo, mi mundo, fuese a cambiar tanto que pasase a ser irreconocible. Por eso cuando vi Blade Runner, algún año después de que se estranará, encontré solución al conflicto que el futuro me generaba. En esa película tenía cabida todo, hasta mi mundo de desván con objetos de cuando pequeño y libros llenos de polvo. También las cartas encendidas de un abuelo soñador y poeta que se colaba por el resquicio de mi memoria en forma de foto sepia.
El futuro ya está aquí, es evidente, y esa visión casi profética de la película tiene su equivalencia en lluvia ácida y cambio climático, en adelantos sorprendentes y en guerras bárbaras como las de siempre. A la casa de mi infancia también ha llegado el futuro en forma de aparatos y gadchets inverosímiles. Pero aún queda el desván repleto de tiempos dormidos, de historias secretas de objetos, que como la vida perdieron su uso.

1 comentario:

Gato con Guantes dijo...

Grande grande! Viva el gris!