Me imagino por un momento a mí mismo impartiendo mi clase de filosofía a mis alumnos de bachillerato, en los tiempos en los que el hombre del bigote mandaba en este país, con una camiseta en la que apareciera Hitler, con el brazo alzado y por estas cosas del photoshop, mira tu, que alguien, o yo mismo, hubiese cambiado la cara del alemán por la del caballerito (es de Fidel Castro no mio) del bigote que entonces mandaba. convendréis conmigo que el parecido físico, por aquello del bigote, me lo hubiese puesto a huevo, y que después de dar clases tan pancho alguien se quejase y yo, tan pancho, luego pidiese disculpas, por escrito, a los padres de alumnos, a los alumnos y al mismísimo Aznar en persona, pero eso sí, justificando mi derecho a la libertad de expresarme libremente.....
Qué quieres que te diga, compañera Lourdes Durán, sin duda ejercías tu derecho a opinar con esa camiseta tan original y tan política que llevabas en tu clase de filosofía. Pero no debería ser ese nuestro estilo (por lo de profesores de filosofía, quiero decir), nuestro trabajo es enseñar a pensar a los alumnos y no tratar de imponer nuestra opinión, sino que enseñándoles las múltiples posibilidades sean libres de poder escoger la suya. Parece una utopía, pero esa es mi meta.
Esta utopía tiene además un peligro que tu has sabido calibrar muy bien: se llama libertad. Quizá haya sido eso, compañera, lo que te ha llevado a imponer tu criterio de una manera tan contundente.
Nunca estaré contigo
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