12 de noviembre de 2006

Grândola Vila Morena

Vienen a mí estos días, será por el otoño, el recuerdo de aquellas tardes de hace más de veinte años en el Gran Café, el cine del día del espectador,las noches en la Madrila, las fiestas en mi casa, el chinchódromo de Tete, Clara y su vespa y otras muchas cosas que pertenecen a un tiempo que ya no está y que solo habita en los frágiles campos de nuestra memoria.
Junto a esos recuerdos ha venido, como un fantasma, el recuerdo de Mairixa.
Mairixia me enseñó una canción que casi había olvidado: Grandola Villa Morena, el tema de José Alfonso que se convirtió en contraseña para el inicio de la revolución de los claveles en Portugal. Mairixia y yo, y por descontado todos los demás, éramos muy chicos cuando aquella revolución. Pero recuerdo que el tema nos gustó y lo tocábamos juntos en mi casa de la calle Málaga en Cáceres. Aquella canción nos gustaba por muchos motivos, pero sobre todo porque nos demostraba que un mundo mejor era posible.
Un día Mairixia, la portuguesa, desapareció y no supimos nunca nada más de ella. Casi se llevó su canción. Pero esta mañana me he encontrado silbándola mientras me afeitaba. Poco a poco la letra ha ido manando a mi memoria como las flores a la primavera.
Ha sido un regalo en estos dias que discuto, con alguno de mis alumnos, acerca de las posibilidades de la revolución y me encuentro con mi falta de entusiasmo. En estos días de melancólicos recuerdos la memoria ha venido, de nuevo, a regalarme esa melodía de cuando aún creíamos Mairixia, Raúl, Clara, Pedro, Chiti, y todos los demás que la revolución, con claveles en la boca del cañón de los fusiles, aún era posible.